¿Cuantas veces las preguntas que le haces producen el efecto contrario? De que otra manera le puedes preguntar “¿Qué has hecho?”
Si te fijas, este tipo de preguntas siempre se dirigen directamente a TÚ y este tú es tu hijo. Van directas a buscar un culpable, a pedir una explicación convincente, a dar por hecha una cosa antes de constatar los hechos y, sobretodo, ponen a la defensiva y en guardia al TÚ que le estás pidiendo una respuesta.
Todas estas preguntas tienen una connotación acusatoria. Todas estas expresiones sólo transmiten sentimientos negativos y crean más angustia alrededor de situaciones cuotidianas que acaban por afectar a la convivencia familiar.
La cosa es tan sencilla como cambiar la pregunta dirigida al TÚ por una pregunta impersonal, general, como “¿Qué ha pasado?”, “¿Cómo ha sido?”. Esta pregunta da pie a averiguar qué ha pasado pero sin buscar el qué, el cómo, el cuándo y el porqué acusadores. Se trata de escuchar la explicación de los hechos y asumir las responsabilidades.
No es fácil, pero si cada vez que te encuentras con esta situación te paras un momento y piensas cómo tienes que formular la pregunta, pronto habrás cambiado la actitud y tú y tus hijos ganaréis en bienestar emocional.
Si te ha gustado y crees que puede ayudar a alguien, compártelo.
Si te fijas, este tipo de preguntas siempre se dirigen directamente a TÚ y este tú es tu hijo. Van directas a buscar un culpable, a pedir una explicación convincente, a dar por hecha una cosa antes de constatar los hechos y, sobretodo, ponen a la defensiva y en guardia al TÚ que le estás pidiendo una respuesta.
Todas estas preguntas tienen una connotación acusatoria. Todas estas expresiones sólo transmiten sentimientos negativos y crean más angustia alrededor de situaciones cuotidianas que acaban por afectar a la convivencia familiar.
La cosa es tan sencilla como cambiar la pregunta dirigida al TÚ por una pregunta impersonal, general, como “¿Qué ha pasado?”, “¿Cómo ha sido?”. Esta pregunta da pie a averiguar qué ha pasado pero sin buscar el qué, el cómo, el cuándo y el porqué acusadores. Se trata de escuchar la explicación de los hechos y asumir las responsabilidades.
No es fácil, pero si cada vez que te encuentras con esta situación te paras un momento y piensas cómo tienes que formular la pregunta, pronto habrás cambiado la actitud y tú y tus hijos ganaréis en bienestar emocional.
Si te ha gustado y crees que puede ayudar a alguien, compártelo.