¿De qué no debes hablar cuando le tienes delante? De todo aquello que crees que no hace bastante “bien”, de aquello que te saca de tus casillas, de algún déficit o pequeña dificultad, de aquello que a ti no te gusta de él,...
La situación acostumbra a ser la siguiente: paseas con tus “peques” y te encuentras con algún conocido. En la conversación aparece el tema de los hijos y empezáis a hablar de los pequeños problemas y conflictos de vuestros hijos, casi siempre problemas cotidianos que hacen que vuestra vida diaria sea menos fluida y más estresante.
Cuando hablas con una tercera persona de aquello que no anda demasiado bien sobre tu hijo lo estás reforzando. En algunos casos es aquello que cuando te dicen que no de alguna cosa te entran más ganas de hacerlo. Pero, no hay un pensamiento directo que diga: “Si esto no le gusta, lo voy a hacer más todavía”, es decir, lo que el refranero nos dice: “A quien no le guste el caldo, taza y media”. Es a nivel del subconsciente que se va afianzando el espíritu de de contradicción, llamar la atención, persistir en una actitud,...
Cuando das más importancia de la que toca a una dificultad, el subconsciente de tu hijo sabe que eso capta tu atención y precisamente lo refuerza y lo potencia.
Así se va entrando en una espiral donde parece que el problema no tenga nunca una solución.
¿Cómo lo haces?
Al principio es difícil corregir esta costumbre tan arraigada pero, así que te des cuenta cambia el rumbo de tu charla para obtener los resultados que quieres.
Si te ha gustado y crees que puedes ayudar a alguien, compártelo.
La situación acostumbra a ser la siguiente: paseas con tus “peques” y te encuentras con algún conocido. En la conversación aparece el tema de los hijos y empezáis a hablar de los pequeños problemas y conflictos de vuestros hijos, casi siempre problemas cotidianos que hacen que vuestra vida diaria sea menos fluida y más estresante.
Cuando hablas con una tercera persona de aquello que no anda demasiado bien sobre tu hijo lo estás reforzando. En algunos casos es aquello que cuando te dicen que no de alguna cosa te entran más ganas de hacerlo. Pero, no hay un pensamiento directo que diga: “Si esto no le gusta, lo voy a hacer más todavía”, es decir, lo que el refranero nos dice: “A quien no le guste el caldo, taza y media”. Es a nivel del subconsciente que se va afianzando el espíritu de de contradicción, llamar la atención, persistir en una actitud,...
Cuando das más importancia de la que toca a una dificultad, el subconsciente de tu hijo sabe que eso capta tu atención y precisamente lo refuerza y lo potencia.
Así se va entrando en una espiral donde parece que el problema no tenga nunca una solución.
¿Cómo lo haces?
- Actúa como un observador imparcial.
- Responde con una actitud opuesta o diferente a la esperada (si tu hija espera que te pongas a gritar haz todo lo contrario, o la ignoras, o dices alguna cosa que no toca, …)
- Acepta la dificultad como una cosa pasajera que forma parte de lo que toca y aceptando la situación rebajas la importancia.
- Refuerza todo aquello que está en la línea positiva, tanto en el momento en que se produce como en las típicas conversaciones. Sé diferente y habla de todo aquello que te gusta de tu hija.
Al principio es difícil corregir esta costumbre tan arraigada pero, así que te des cuenta cambia el rumbo de tu charla para obtener los resultados que quieres.
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