Como en todos los hogares, hay un día que no sabes muy bien por qué, se van acumulando una serie de:
- Circunstancias y despropósitos.
- Situaciones de “emergencia”.
- Tensiones.
- Mensajes que no llegan i no tienen respuesta.
- Encargos hechos a medias u olvidos.
- Cosas que caen y no vuelven solas al sitio.
Al mismo tiempo, te vas construyendo un diálogo interior con puntos y comas y puntos y aparte pensando cuál será el momento óptimo para soltarlo. Soltar todo lo que llevas en el buche, de cualquier modo, levantando el tono de voz, intentando que nadie te tome el turno de palabra para no perder el hilo de tus razones y casi faltándote la respiración es un escenario que ya lo puedes borrar de tu catálogo.
No es necesario acabar en una situación de morros y malas caras, ni réplicas desenfrenadas que hieren los sentimientos de todos y llevan a situaciones difíciles de reconducir y reconciliar.
No es necesario acabar en una situación de morros y malas caras, ni réplicas desenfrenadas que hieren los sentimientos de todos y llevan a situaciones difíciles de reconducir y reconciliar.
Y tampoco hagas ver que no has visto nada. Así sólo consigues dejar pasar un conjunto de situaciones y actitudes que perjudican a la convivencia familiar creando un malestar emocional, donde los derechos y deberes de cada miembro de la familia son cuestionados, y las normas y límites pierden su valor educativo.
¿Cómo lo puedes hacer?
Deja pasar el tiempo que necesites para recuperar la calma y la serenidad y, sin levantar el tono de voz, inicia un diálogo ordenado en el cual tu hijo entienda que nuestros actos tienen consecuencias y que es necesario aceptarlos para seguir creciendo.
¿Cómo dar respuesta a estas situaciones?
¿Cómo lo puedes hacer?
Deja pasar el tiempo que necesites para recuperar la calma y la serenidad y, sin levantar el tono de voz, inicia un diálogo ordenado en el cual tu hijo entienda que nuestros actos tienen consecuencias y que es necesario aceptarlos para seguir creciendo.
¿Cómo dar respuesta a estas situaciones?
- Ponte en su sitio para entenderlo y aceptar la situación.
- Evita personalizar.
- Valora la situación con la mayor objetividad posible.
- No le reproches lo que ya sabe que no ha hecho bien, dile cómo puede hacerlo mejor.
- Busca la coherencia entre los hechos y las consecuencias que se deriven.
- Pon tiempo entre los hechos y tu respuesta.
- Cuenta hasta 100,1000, 10.000...
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