A cenar, hazte la cama, pon la ropa para lavar, hazte la bolsa de los deportes, lávate las manos, pon la mesa,... son todas aquellas acciones que hay que hacer y que repites una y otra vez para que se cumplan y.... que nunca se ejecutan hasta que no se oye un grito de guerra desesperado.
¿Qué pasa cuándo mandas una cosa y no hay respuesta?
Tu hijo es muy listo y con una sola vez que le digas las cosas ya te ha oído y ya te ha entendido. Lo que sucede es que es más fácil esperar a ver si “cuela” o, aprovechar para jugar un poquito más o, hacer otra cosa o, nada.
Aprender y educar implica repetir, insistir, probar de nuevo, perseverar,…
Para que tu hijo llegue a ser autónomo tiene que entender que las cosas hay que hacerlas y que si no se hacen tienen consecuencias. Pero en el punto medio entre la autonomía y la repetición hay la obediencia, necesaria para asegurarte que tu hijo está aprendiendo todo aquello que necesita para ser autónomo.
No tengas miedo de dejarlo crecer enfrentándose a la realidad, es decir, a las consecuencias que se derivan de sus actos; si es preciso se va a la escuela en el pijama, se entrena con el equipo sudado de la semana anterior o, se sienta a cenar cuando todos ya habéis empezado,…
¿Cómo lo puedes hacer?
- Avisa que cada vez repetirás menos las cosas porque ya se han aprendido.
- Que tendrá que atenerse a las consecuencias, siempre proporcionadas a su edad.
- Establece acuerdos para que entienda que hay tiempo para todo.
Confía plenamente en tu hijo y ayúdalo a ser cada vez más autónomo, responsable y consecuente con sus actos.
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