Con la mascarilla no somos lo que ven, una buena parte de nuestra comunicación no verbal queda mermada por esta pantalla protectora. La mascarilla nos tapa exactamente media cara y esconde nuestras expresiones, gestos, muecas, movimiento de los labios, las sonrisas, la tristeza, la duda, la inseguridad, medias alegrías, alegrías enteras, nos estorba, nos molesta, nos impide percibir los sonidos exactos perdiendo parte de los finales de palabras o frases, cuesta mucho más vocalizar, esconde los diferentes tonos de voz y matices que forman el conjunto de todo lo que queremos hacer llegar a nuestro interlocutor.
La mascarilla es una herramienta de protección y los profesionales que tenemos como herramienta principal la expresión oral, verbal y no verbal la mascarilla nos deja a medio camino de lo que queremos comunicar. A menudo una media sonrisa, un gesto, una expresión de aprobación o desaprobación, el movimiento de tus labios que insinúan una pista ... es un refuerzo para aquel alumno que le cuesta un poco más y que con tu pequeña insinuación se ha sentido seguro para salir adelante.
Además, la mascarilla reduce un poco el campo de visión, lo que nos provoca más angustia a la hora de leer y escribir.
Nunca nos hubiéramos pensado que una pandemia así nos visitaría y nos pondría a todos en guardia, nos dejaría atemorizados, nos privaría del contacto con los nuestros ... Todo esto nos ha hecho dar cuenta de la importancia de muchas pequeñas cosas y acciones que de tan pequeñas no las contábamos como parte de nosotros, me refiero a la expresión no verbal, lo que observamos cuando escuchamos.
Ahora tenemos que aceptar que muy probablemente esta protección ha venido para quedarse y que quizás algunas temporadas podremos ir sin y otras tendremos que llevarla para proteger nuestra salud y la de todos los que nos rodean.
Así pues, tendremos que dar un papel importante a las miradas y la expresividad de los ojos para captar lo que hay detrás de cada mascarilla protectora y a la vez perturbadora.
Si te ha gustado compártelo
La mascarilla es una herramienta de protección y los profesionales que tenemos como herramienta principal la expresión oral, verbal y no verbal la mascarilla nos deja a medio camino de lo que queremos comunicar. A menudo una media sonrisa, un gesto, una expresión de aprobación o desaprobación, el movimiento de tus labios que insinúan una pista ... es un refuerzo para aquel alumno que le cuesta un poco más y que con tu pequeña insinuación se ha sentido seguro para salir adelante.
Además, la mascarilla reduce un poco el campo de visión, lo que nos provoca más angustia a la hora de leer y escribir.
Nunca nos hubiéramos pensado que una pandemia así nos visitaría y nos pondría a todos en guardia, nos dejaría atemorizados, nos privaría del contacto con los nuestros ... Todo esto nos ha hecho dar cuenta de la importancia de muchas pequeñas cosas y acciones que de tan pequeñas no las contábamos como parte de nosotros, me refiero a la expresión no verbal, lo que observamos cuando escuchamos.
Ahora tenemos que aceptar que muy probablemente esta protección ha venido para quedarse y que quizás algunas temporadas podremos ir sin y otras tendremos que llevarla para proteger nuestra salud y la de todos los que nos rodean.
Así pues, tendremos que dar un papel importante a las miradas y la expresividad de los ojos para captar lo que hay detrás de cada mascarilla protectora y a la vez perturbadora.
Si te ha gustado compártelo