Los abuelos son parte del origen de nuestros hijos, son el referente a través del cual nuestros hijos buscan información sobre nosotros; menudo los nietos preguntan a los abuelos como éramos nosotros de pequeños, que hacíamos, si nos llevábamos bien o mal, si éramos buenos estudiantes y qué hacían ellos mismos a su edad, como lo hacían para hacer tal cosa o tal otra sin las ventajas de ahora.
Los niños son curiosos y los abuelos están dispuestos a satisfacer esta curiosidad. Todo ello no deja de ser una buena manera de aprender que las cosas no siempre han sido como ahora, que antes se hacían diferente y costaban mucho más que hacer.
Así, con paciencia, una de las virtudes olvidada pero necesaria, nuestros hijos reciben una información que les será útil para la formación de una escala de valores que incluye la disponibilidad, la perspectiva de los hechos a través del tiempo, que las cosas no se obtienen de un día para otro sinó que hay todo un proceso y un esfuerzo antes no recogemos los frutos.
Es importante hacer notar que se han tenido que adaptar a los nuevos tiempos y que ellos también se deberán acomodar.
Los abuelos cuentan con uno de los valores que hoy en día es un bien escaso: el tiempo. Tiempo para escuchar, un ejemplo práctico para que nuestros hijos también aprendan a hacerlo. Entiendan que escuchar también significa reflexionar, mantener largas conversaciones respetando el diálogo y disfrutando de la convivencia. La compañía de alguien que con la experiencia vivida les ayuda a entender que cada día que pasa también acumulando vivencias que les servirán para adaptarse a los nuevos tiempos y en las relaciones personales donde los lleve la vida.
Y todo ello rodeado del respeto y la estimación que los abuelos tienen hacia los nietos y que deben ser recíprocos, creando unos lazos de confianza que son la base para unas buenas relaciones y un buen aprendizaje de los valores como el tiempo y la paciencia que tan a menudo vemos como se nos escapan.
Los niños son curiosos y los abuelos están dispuestos a satisfacer esta curiosidad. Todo ello no deja de ser una buena manera de aprender que las cosas no siempre han sido como ahora, que antes se hacían diferente y costaban mucho más que hacer.
Así, con paciencia, una de las virtudes olvidada pero necesaria, nuestros hijos reciben una información que les será útil para la formación de una escala de valores que incluye la disponibilidad, la perspectiva de los hechos a través del tiempo, que las cosas no se obtienen de un día para otro sinó que hay todo un proceso y un esfuerzo antes no recogemos los frutos.
Es importante hacer notar que se han tenido que adaptar a los nuevos tiempos y que ellos también se deberán acomodar.
Los abuelos cuentan con uno de los valores que hoy en día es un bien escaso: el tiempo. Tiempo para escuchar, un ejemplo práctico para que nuestros hijos también aprendan a hacerlo. Entiendan que escuchar también significa reflexionar, mantener largas conversaciones respetando el diálogo y disfrutando de la convivencia. La compañía de alguien que con la experiencia vivida les ayuda a entender que cada día que pasa también acumulando vivencias que les servirán para adaptarse a los nuevos tiempos y en las relaciones personales donde los lleve la vida.
Y todo ello rodeado del respeto y la estimación que los abuelos tienen hacia los nietos y que deben ser recíprocos, creando unos lazos de confianza que son la base para unas buenas relaciones y un buen aprendizaje de los valores como el tiempo y la paciencia que tan a menudo vemos como se nos escapan.