A menudo, cuando lees algún artículo de educación o post como este seguro que lo acabas pensando: “No es tan fácil como nos lo pintas, ven y ponte en mi lugar”. Pues sí, llevas razón.
Siempre, en todos los hogares hay un día que no sabes demasiado bien porque motivo, se van acumulando un conjunto de circunstancias, despropósitos, situaciones de “emergencia”, tensiones, mensajes que no llegan, encargos a medio cumplir, olvidos, cosas que “se caen” y no vuelven a su sitio,...
A la vez te invade una sensación de enojo y cólera mientras tu diálogo interior ya ha construido un discurso espectacular con puntos, comas y puntos y aparte. Incluso ya te imaginas la situación soltando el discurso.
¡Detente! no lances este discurso alzando el tono de voz, intentando que nadie te tome la palabra para no perder el hilo de tus razones y casi faltándote la respiración. Sólo conseguirás tener una olla de grillos, morros y malas caras, réplicas desenfrenadas que hieren los sentimientos de todos y llevan a situaciones difíciles de reconducir y reconciliar.
¿Cómo lo haces?
Renuncia a la solución fácil y escoge la más inteligente, es el mejor ejemplo que le puedes dar a tu hijo.
Si te ha gustado y crees que puede ayudar a alguien, compártelo.
Siempre, en todos los hogares hay un día que no sabes demasiado bien porque motivo, se van acumulando un conjunto de circunstancias, despropósitos, situaciones de “emergencia”, tensiones, mensajes que no llegan, encargos a medio cumplir, olvidos, cosas que “se caen” y no vuelven a su sitio,...
A la vez te invade una sensación de enojo y cólera mientras tu diálogo interior ya ha construido un discurso espectacular con puntos, comas y puntos y aparte. Incluso ya te imaginas la situación soltando el discurso.
¡Detente! no lances este discurso alzando el tono de voz, intentando que nadie te tome la palabra para no perder el hilo de tus razones y casi faltándote la respiración. Sólo conseguirás tener una olla de grillos, morros y malas caras, réplicas desenfrenadas que hieren los sentimientos de todos y llevan a situaciones difíciles de reconducir y reconciliar.
¿Cómo lo haces?
- Cuenta hasta cien.
- Respira y libera tensión,
- Observa la situación objetivamente.
- Piensa en la respuesta más coherente, responsable y consecuente.
- Un comentario constructivo. (Seguro que hay modo mejor de hacer-lo).
- Actúa de una manera sorprendente y diferente a la que se espera en ese momento. (contraria, con humor, rebajando la importancia,…)
Renuncia a la solución fácil y escoge la más inteligente, es el mejor ejemplo que le puedes dar a tu hijo.
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