¿Dónde está el otoño en nuestros pueblos, villas y ciudades? 

Sí que últimamente parece que se alarga el verano meteorológico, pero no me refiero a este hecho natural.

En pocos días unas brigadas de jardineros han hecho, en poco rato, el trabajo que tenían que hacer, lentamente, los árboles de nuestras plazas, parques y jardines públicos durante todo el otoño. Los árboles, de golpe y porrazo, se han quedado bien desnudos y cuando he salido a la calle he dudado de la época del año en que estamos.

¿Cómo enseñaremos a nuestros hijos a gozar de los colores y la luz del otoño, el sonido de las hojas secas pisoteadas y su textura? ¿Podrán identificar la caída de las hojas con la llegada del otoño? Cuando en la escuela les pidan que traigan hojas secas, ¿Dónde las tendremos que ir a buscar?

A nuestros nietos les tendremos que contar que nosotros vivimos un tiempo en que cuando llegaba una estación llamada otoño nos lo pasábamos muy bien pisoteando las hojas de las calles, arrastrándolas para que nos cubrieran los pies y incluso revolcándonos en ellas.

¿Dónde encontraremos los valores de la temporalidad de las distintas etapas del ciclo de la vida: nacer, crecer, reproducirse y morir? ¿Cómo vamos a entender que se requieren unos periodos de descanso y recogimiento para después resurgir con toda la energía? ¿Cómo podemos observar el paso del tiempo y que hay un tiempo para cada cosa? ...???

Quiero pensar que se trata de un problema de salubridad, higiene, eficacia y seguramente también económico. Nos hemos acostumbrado a verlo todo limpio y que, además, nos lo hagan. Afortunadamente, tenemos la suerte de vivir en un país de clima y vegetación muy variada y seremos capaces de organizar una salida para ir a buscar las hojas secas en alguno de nuestros bucólicos bosques de robles, hayas y castaños.

MONTSE MIQUEL
Num col. 00969